Durante la cumbre de la CELAC, que tiene lugar en la ciudad de Quito, la vicepresidenta le reclamó cara a cara la situación de los presos políticos. También recordó la solidaridad venezolana durante la dictadura argentina.
La situación en torno a los Derechos Humanos en Venezuela, que suele estar acompañada de un silencio cómplce (cuando no apoyo) de parte de los mandatarios latinoaméricanos y hasta del mismo Papa Francisco, se hizo “trizas” ayer en un duro intercambio que mantuvo la vicepresidenta argentina Gabriela Michetti y el primer mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
El escenario fue la IV cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), donde Michetti asistió en representación del presidente Mauricio Macri.
En la sesión, a puertas cerradas, la vicepresidenta cuestionó las “prácticas de gobierno contrarias a la defensa de los Derechos Humanos”, en referencia a los presos políticos, como es el caso del dirigente Leopoldo López.
Maduro, acostumbrado a las bucólicas reuniones de antaño, quizo poner paños fríos y le pidió a la Argentina “no involucrarse en los asuntos internos del Estado venezolano”. Michetti lejos de aceptar la tregua, cruzó al mandatario chavista al afirmar que “es necesario superar algunas prácticas de gobierno contrarias a la defensa de los Derechos Humanos”.
La representante argentina le recordó a Maduro la “solidaridad y grandeza” que tuvo el pueblo venezolano para con los “exiliados argentinos de la dictadura militar”.
Michetti recordó como Argentina fue “beneficiario de la solidaridad internacional en el momento de la mordaza que la dictadura militar le puso al pueblo argentino”, y que “a partir de las denuncias que muchos países hicieron de violaciones a los Derechos Humanos en Venezuela, es tiempo de retribuir esa solidaridad y señalar aquellas prácticas de gobierno contrarias a la defensa de los Derechos Humanos”.