Paro de estatales, difíciles paritarias docentes que amenazan el inicio de clases, y el kirchnerismo que busca hacer caer las negociaciones con los holdouts desde el Congreso, son sólo algunos de los problemas que deberá afrontar Macri esta semana.
A sólo una semana del retorno a clases, la posibilidad de paro es casi segura. Contra reloj, Mauricio Macri busca evitar esa desprolijidad en su debut como presidente en materia de ciclos lectivos.
El límite es el miércoles, día que los docentes anunciaron que, de no llegar a un acuerdo, deberán tomar una medida de fuerza. Ese mismo día, decenas de miles de empleados estatales realizarán un paro nacional, desencantados por los despidos de empleados-decenas de miles de militantes colocados en sus últimos meses y días en el poder por Cristina Kirchner para asegurarse la lealtad de su tropa y entorpecer al futuro gobierno (aunque hubiese sido de su mismo partido).
Por eso, esta semana es clave. Los operadores kirchneristas también están trabajando en el Congreso para intentar trabar las leyes que busca derogar el macrismo para poder negociar con los hold outs y entrar al mercado internacional de crédito.
El problema docente, tras el sorpresivo congelamiento de la paritaria nacional el pasado viernes para “no entorpecer” las discusiones en las provincias -tras ventilar equivocamente un polémico incremento de bolsillo del piso salarial del 40,3% (la Casa Rosada busca anclar en el 25%), en las últimas horas brotó un guiño en materia de asistencia con fondos de parte del ministro del Interior, Rogelio Frigerio.
“Desde los gobiernos provinciales, que son los responsables de las paritarias, y con la ayuda del Gobierno nacional, esperemos poder llegar a un acuerdo“, dijo en la ciudad de Gualeguaychú y se mostró esperanzado en “que esta semana, antes del inicio de las clases, podamos encontrar una solución al tema de las paritarias”.
“Venimos trabajando con los gobernadores para que vayan cerrando las paritarias provinciales en sus distritos, y así luego avanzar con el acuerdo nacional; hay un esfuerzo importante que se está haciendo con el Gobierno nacional y los gobiernos provinciales, que está llevando a que haya un buen comienzo de clases“, afirmó por su parte el ministro de Educación, Esteban Bullrich.
Hasta anoche no había convocatoria oficial a los docentes ni desde el Gobierno de la bonaerense María Eugenia Vidal ni del porteño Horacio Rodríguez Larreta, tras los rechazos a incrementos del 24,1% y del 22%, respectivamente.
Sin embargo, las conversaciones extraoficiales en ambos distritos macristas son intensas en pos de acercar posiciones, de la mano del espaldarazo financiero que les brindarían desde Casa Rosada.
Bluff
El detonante de la tensión nacional fue la oferta de Bullrich a los dirigentes de Ctera, Uda, Sadop, Amet y Cea, para elevar la suba del salario mínimo de $ 6.060 a $ 7.800 en Febrero y $ 8.500 en Julio.
Si bien desde el Palacio Sarmiento insistieron en argumentar que se trató de un aumento del 25% -en línea con la pauta de inflación nacional- más una suba de $800 del Fondo Nacional de Incentivo Docente (no remunerativo, ni bonificable), en los hechos los gremios la leyeron como un aumento de bolsillo del 40%, que corrió como reguero de pólvora entre los sindicatos del interior y empantanó los rounds salariales en la provincias.
Ese escenario desató fuerte malestar con los gobernadores, que salieron a reclamar a la Casa Rosada una asistencia adicional para hacer frente a los reverdecidos planteos.
En el plano nacional, ese tironeo impidió la firma del acta de oficialización de la propuesta salarial y disparó el enojo de los sindicatos nacionales, que se declararon en estado de alerta y movilización e incluso evalúan convocar a medidas de fuerza el miércoles si no se sella el acta.