En las últimas semanas, el presidente de Nicaragua Daniel Ortega visibilizó lo que ha sido durante mucho tiempo. Un dictador que, con la excusa de haber derrotado al previo tirano, se perpetúa en el poder sin elecciones libres y violentando la democracia.
Por Alejandro Itkin ( *)
Iba ya por su segundo mandato, hace ya más de 15 años, cuando Ortega comenzó la censura de medios de comunicación opositores. Luego iría in crescendo, reprimiendo manifestaciones en su contra, e impulsando leyes anti-sedición. En los últimos años acumula denuncias por el asesinato de 22 oficiales de su policía y no menos de 250 civiles opositores.
Para perpetuarse como dictador es indispensable tener el dinero y el ejército de tu lado. El “exprópiese” de Hugo Chávez, los “expulsados” de Venezuela o la “Revolución” de Fidel Castro, no podrían haber sido posibles sin el ejército ni los dólares que lo alimentan.
Por ahí esa es la única salvación que tiene Argentina ante el avance kirchnerista en el poder.
El hecho que no tengan el apoyo militar podría ser la única razón por la cual los argentinos podemos, “todavía”, mirar a Venezuela y Nicaragua desde semi-lejos.
Nicaragua se acerca a una nueva elección presidencial el 7 de noviembre y Daniel Ortega, junto a su esposa y vicepresidente Rosario Murillo, han detenido a 13 miembros de partidos opositores de los cuales cuatro eran candidatos a presidente durante las próximas elecciones. Toda una muestra de civilidad y democracia imitando páginas de Chávez y Fidel.
Ante semejante atropello a las libertades individuales, uno creería que son pocos los gobiernos democráticos que simpatizan con las políticas de Daniel Ortega. Solamente se me ocurren nuevamente los mismos. Podría agregarle a Bolivia, por supuesto, y sería extremadamente importante que se exprese el próximo presidente de Perú, Pedro Castillo.
Esta semana, ante una declaración de repudio de la OEA hacia Nicaragua, el gobierno de Alberto Fernandez se abstuvo, exhibiendo una vez más su inclinación a favor de estos regímenes dictatoriales que, no coincidentemente, son todos de izquierda.
¿En qué esquema cabe abstenerse ante tremendo ataque a la libertad y la democracia? Pues…en el esquema kirchnerista. No necesariamente por un apoyo a Ortega y a Nicaragua, a quien, seguramente, al presidente y a la vice les importe muy poco, sino por la verdadera razón. ¿Cómo se le abre la puerta a Patricia Bullrich y Mauricio Macri para que marquen la diferencia que repudiamos a Nicaragua y no lo hacemos con Venezuela?
Sería un error político imperdonable que el gobierno abra esa rendija. Ortega y Maduro son exactamente lo mismo. Presos políticos, asesinatos por protestas, ejecuciones extra-judiciales, etc. Repudiar a uno sería repudiar al otro, pero con Venezuela no se juega y abrirle esa ventana a la oposición sería un grosero error estratégico para el Gobierno.
* Alejandro Itkin es analista político internacional.