Por más de 10 años, los bancos panameños recibían efectivo en cantidades, sin preocuparse de su origen. Luego de varios escándalos, prefirió cambiar su legislación para saber la procedencia del dinero.
Mario A. Rognoni *
Después que Panamá inició su centro bancario en los setenta, comenzaron los rumores de que se prestaba al lavado de dinero. Muchos elementos hacían pensar en esta posibilidad. Panamá se manejaba en dólares y el narcotráfico colombiano los generaba por millones, que salían de su principal mercado: Estados Unidos. En Panamá era legal la entrada de efectivo (algo que se reguló posteriormente en los principios de los 80) y era común que llegaran a los bancos maletas con efectivo traído del exterior.
Hecha la Ley…
Por más de 10 años, los bancos panameños recibieron efectivo en cantidades, sin preocuparse de su origen o procedencia, no fue sino años más tarde cuando se decide regular la entrada de efectivo, con la política de ‘conozca su cliente ‘ y se crea la Unidad de Análisis Financiero (UAF). En ese entonces, el panameño, que se había acostumbrado a recibir dinero de fuera para depositar en la banca local, empieza a ingeniarse para poder continuar la práctica, ahora burlando las regulaciones y restricciones.
…hecha la Trampa
Siendo más complicado entonces el deposito en bancos, se comienza a cobrar un porcentaje más alto por dar este servicio, llegando a cobrarse entre el 10 y el 15 % por introducir dinero de dudosa procedencia y en efectivo en la banca. Las empresas con más facilidades para el negocio del blanqueo de dinero, eran aquellas que de hecho manejaban efectivo: teatros, supermercados, empresas de Zona Libre, compañías constructoras (por sus altas planillas semanales en efectivo). La Zona Libre de Colón se conviertió de la noche a la mañana, en un centro de empresas lavando dinero.
El lavado sube, los edificios también
Pronto, los dueños de las fortunas en efectivo, descubren que pueden operar casi en directo en el mercado inmobiliario, con el financiamiento, en efectivo, de obras y edificios de apartamentos o comerciales.
La ciudad de Panamá, como en su momento Miami, se transforma en una ciudad moderna con rascacielos y lujosos edificios, producto del dinero que era lavado localmente. La banca local, para estos años ya llega a tener más de 130 000 millones de dólares, la gran mayoría de extranjeros. El ciclo es completo, carteles lavan su dinero y financian edificios, extranjeros inversionistas, interesados muchos en esconder dineros producto de evasión fiscal o mal habido, compran como inversión apartamentos que les dan poco o ningún uso.
Problemas aquí y allá
Para EE.UU. el problema es doble ahora. Por un lado atacar el lavado de dinero, por otro capturar a evasores de impuestos de su país. Pronto los países europeos empiezan a ver el problema igual que EE.UU., muchos inversionistas europeos son atraídos por el mercado inmobiliario de Panamá y por supuesto, entre ellos mucho dinero producto de la evasión fiscal. Desde principios de siglo, los norteamericanos aprietan sus controles y dan inicio a diversas investigaciones para ubicar el lavado de dinero y sus evasores de impuestos.
Panamá Papers o la “caja de Pandora”
Es en ese esquema que estallan los Panama Papers y el Caso Waked que ponen al país en la tapa de todos los diarios del mundo. Primero la caja de Pandora se abre con los archivos de la firma Mossack y Fonseca, filtrados de alguna manera y dados a conocer públicamente, ponen al descubierto el esquema de las sociedades offshore, facilitadas por los bufetes de abogados locales, que registran cientos de miles de sociedades a nacionales y extranjeros.
Y luego el hecho público del arresto de Nidal Waked en Colombia y un comunicado de la Secretaría del Tesoro que acusa al grupo Waked, con 68 empresas, de ser el mayor lavador de dinero del mundo.
En este caso, si la Justicia norteamericana obtiene las pruebas, podrá llevarlos a los bancos que se prestan a estas maniobras, así como los distintos tipos de empresas que sirven los propósitos de los lavadores actuales.
En el medio, claro, están las consecuencias que podrán derivarse para la economía panameña: el desempleo que podría generar en primera instancia, y la posible fuga de capitales invertidos. También, en posible peligro, la estabilidad de algunos bancos a los que mañana podrían perder su corresponsalía en EE.UU. Esto, apenas comienza.
- Analista político. Artículo publicado por La Estrella de Panamá.