Es uno de los economistas más conocidos, a partir de su alto perfil y su estilo comunicacional, llano, accesible y entrador. También es respetado, como que fue el economista más votado por los No. 1 de las empresas, en la encuesta de Prensa Económica. Menos conocidos son sus orígenes y la historia del largo trayecto que lo llevó desde un humilde barrio con calles de tierra a ser un “gurú” consultado por líderes empresarios y políticos. Histórico asesor económico de Mauricio Macri, hoy es el timonel del Banco Nación.
“Yo nací en Valentín Alsina. Me crié en una familia modesta, en un típico barrio con calles de tierra y el potrero a la vuelta. El único colectivo que pasaba por la zona paraba a un montón de cuadras y la estación de tren quedaba lejísimo. Después no había nada más”.
Su despacho es un salón versallesco. Grandes óleos cuelgan de las paredes, en un espacio alto y enorme, flanqueado por mármoles, finas alfombras abren el paso al gran escritorio escoltado por el mástil y la bandera argentina. Recostado en un sillón de la suntuosa oficina de la presidencia del Banco Nación, Carlos Melconian vuelve a recorrer en su mente aquellas calles de tierra que transitó en la infancia y el largo viaje que lo depositó en el corazón financiero de la ciudad, como uno de los economistas más conocidos y exitosos del país, como el “gurú” económico preferido de la “city”, como el asesor económico de Mauricio Macri y el titular del banco más grande del país.
COMIENZO EN LA ZAPATERIA
“Mi padre tenía una especie de corretaje de calzados en el Gran Buenos Aires, hasta que casi quebró en 1977”. Muchos años después, ya como economista, Melconian comprendería la relación entre la reforma financiera de Martínez de Hoz y aquella racha de cheques rechazados que causó la ruina de su padre. Fue entonces que la familia tomó la decisión de abandonar el corretaje e instalar un pequeño local de venta al público en el barrio. Todavía recuerda la fecha exacta de la inauguración: “El 6 de setiembre de 1978 abrimos las puertas del negocio. Era una pequeña zapatería. Nos achicamos pero logramos más seguridad y el comercio todavía funciona, atendido por mi hermano y mi hermana”.
Carlos trabajó allí, vendiendo zapatos de mujer al público, hasta que entró en el Banco Central –ya recibido de economista- en 1983. “Ahí le fui haciendo el pase del comercio a mi hermano, que tiene seis años menos que yo, aunque todavía iba a ayudar los sábados a la mañana”.
“Agua caliente hubo en mi casa cuando yo tenía veinte años. Antes calentábamos agua para bañarnos”, completa Melconian.
De aquellos años recuerda como un gran acontecimiento cuando llegó el asfalto a la calle de su casa. Y también su primer tarea como activista, que fue pedir la firma a los vecinos para que llegara el gas al barrio, en tubo, no el gas natural que no había ninguna chance. Había que sumar una masa crítica de firmas para que fueran a vender los tubos. Pero lamentablemente no se logró juntar las firmas suficientes.
UN BARRIO ARMENIO
Sus estudios primarios los hizo en una escuela parroquial del barrio, porque “en esa época no había escuela armenia en Valentín Alsina”. Pero estudió armenio con una maestra particular “que reunía a veinte chicos del barrio y nos daba clase a todos juntos, desde primer hasta quinto grado”.
Porque en realidad, “era un barrio mayoritariamente armenio donde yo vivía. Los lugares típicos donde estaban los armenios eran Palermo, Flores y Valentín Alsina. En Palermo estaban los ricos, en Flores los de clase media y en Valentín Alsina estábamos los de abajo”.
Melconian está orgulloso de sus raíces armenias, aunque su vinculación afectiva y emocional con esa identidad se haya ido dando de mayor. “A medida que fui creciendo me fui dando cuenta que la terminación en “ian” en el apellido armenio, es muy respetada y valorada. Tenemos excepciones, como en todas las colectividades. Pero en general, se trata de personas muy perseverantes, que no le temen al esfuerzo y siempre miran para delante”.
Sus abuelos, como tantos inmigrantes, fueron llamados por familiares que ya estaban radicados en la Argentina y vinieron -como casi toda la comunidad- huyendo del genocidio turco. “Mis abuelos fueron sobrevivientes del genocidio. Pese a eso, nunca nos inculcaron mirar para atrás. Con mi abuela, madre de mi papá, por cuestiones de edad, era con quien más podía hablar y recuerdo que nunca pude lograr que me trasmitiera bien la historia de la tragedia armenia, porque se ponía a llorar no bien empezaba”
LOS ESTUDIOS Y EL ACTIVISMO
Cuando terminó el primario ingresó en un colegio industrial de Avellaneda, “porque la mitad de mis compañeros iban ahí y para tener un oficio, como técnico mecánico”. Entre tercer y cuarto año comenzó un activismo como dirigente estudiantil, para oponerse a una medida del gobierno de la época que pretendía cercenar parte de lo que podía hacer un técnico, donde los más afectados eran los maestros mayores de obras.
“Tomamos la escuela, convocamos a Plaza de Mayo, pero era un activismo independiente, sin filiación política. Además, esa militancia no me causó problemas con el estudio, porque siempre fui muy buen alumno”.
Y fue en esos años cuando le empezó a gustar la economía. Terminado el colegio tenía que elegir el camino a seguir. Solo, sentado en un banco de una plaza en Avellaneda, meditó y tomó una decisión crucial: “No era fácil: o entraba a la escuela industrial, a la UTN, o trataba de ingresar en la Facultad de Economía de la UBA. Lo natural parecía ser lo primero, pero resolví estudiar economía y como era técnico mecánico tuve que rendir dos exámenes: uno de matemática financiera y otro de contabilidad, materias que nunca en mi vida había visto”.
“Las preparé durante el verano y me fue muy bien en el examen de ingreso. Pero se cerró la facultad por el golpe militar. Perdí un año. En el 77´ entré finalmente en la Universidad e hice una carrera relativamente rápida. Cuando me recibí y trabajando ya en el Banco Central, cursé un posgrado de tres años en la Universidad Di Tella”.
Mientras estudiaba se casó y tuvo dos hijos. A su mujer, Mariela, economista y psicóloga, la conoció trabajando en el Banco Central. El primer hijo nació en el ´79 y el segundo en el ´82, año en que se recibe.
UN SOCIO, CASI UN HERMANO
Estuvo siete años como empleado del Banco Central, hasta que en 1989 pasó a la actividad privada, entrando en el estudio de consultoría de otro reconocido “gurú” de la city, Miguel Broda. Y finalmente, en octubre de 1991 funda M & S Consultores, con Rodolfo Santangelo.
¿Cómo nació esta exitosa asociación? “Con Rodolfo nos cruzamos en algunas materias en la Universidad. Fue una de las pocas relaciones que hice en mi carrera universitaria. Es que yo venía del “far west” y en Economía, no sólo éramos pocos, sino que en general seguían la carrera hijos de economistas. Rodolfo es otra excepción a esa regla”.
“Lo volví a cruzar a Rodolfo en el Banco Central, porque él también trabajaba ahí, aunque en un área diferente a la mía. Luego terminamos cruzándonos todos los días en el estudio de Broda, donde los dos éramos economistas jefes. En un momento dado tomamos la decisión de independizarnos, fundamos la consultora y trabajamos ininterrumpidamente durante 24 años”. Hasta que a fines del año pasado Melconian asumió en el Banco Nación y debió disolver su sociedad con Santangelo.
UN ESTILO NATURAL
Sin duda Carlos Melconian es uno de los economistas más conocidos del país. Sus muy frecuentes apariciones públicas en televisión y radio, así como sus conferencias, lo han colocado en ese sitio. Pero además sacó partido de su habilidad –rara y difícil- de llevar los áridos temas económicos a un estilo llano, accesible para todo público, condimentado con un lenguaje entrador, a veces barrial y picaresco, sin por eso perder el rigor de un pensamiento profesional con el que algunos estarán de acuerdo y otros no, pero le prestan atención.
Ese estilo comunicacional, ¿lo habrá trabajado o le sale naturalmente?. “Es algo natural –asegura Melconian-. Nunca creí en cursos de oratoria o de actuación frente a los medios”.
“Una vez fui candidato a senador, me rodearon de asesores para estudiar como tenía que decir las cosas. A los tres primeros lugares que fuí me dijeron: te notamos raro, no eras vos. Yo les preguntaba, ¿para bien o para mal? No, para mal, me respondían. Entonces mandé a pasear a todos los asesores”.
La explicación de esa empatía con el público la encuentra en otro lado: “Los sábados sigo yendo a jugar al fútbol a Valentín Alsina, con gente de la zona, con quienes tengo relación desde hace muchísimos años, conozco su idioma, lo que comen, lo que hacen, qué les divierte, qué es el progreso para ellos, qué quieren y no quieren. Esas son cosas que no reemplaza ningún curso de oratoria. Ahora, hay que tener capacidad de adaptación, porque si mañana hay que hacer una presentación en inglés en Wall Street, hay que estar en condiciones de hacerlo también. Y es distinto si hay que ir a un pueblo a hablar ante 150 productores, a los que casi hay que arengar”.
De todos modos reivindica que lo esencial es el contenido, “porque si no lo comunicacional queda en cáscara y se manca enseguida”.
LA VOCACION POLITICA
Su primera incursión en la política fue como candidato a senador por el Pro en una elección en la que no arrimó a los primeros lugares. “Fue una pérdida de virginidad que cualquier persona que quiera actuar en política tiene que hacer –evalúa-, más sin tener una militancia, como es el caso mío. Es un mundo diferente, al profesional. A mí, en particular, no me costó por mis orígenes, en términos de codearte con la gente, escuchar sus problemas y demás. Pero tiene costos”.
“Yo me siento atraído por una vocación que llevo encima y por algo que parece una frase gastada o un slogan, pero que la siento muy adentro y es la voluntad de hacer un aporte en el país en que vivo, desde lo que pueda en términos de racionalidad, experiencia acumulada y honestidad. Esto no se aprende, no hay ningún curso de honestidad, se trae de la educación, de los valores que te dieron tus padres. Yo digo por qué nunca, nadie se acercó a mí con alguna propuesta de corrupción. Debe ser porque se imaginan mi respuesta. Yo puedo ser desacartonado, tener cierta picardía y determinado approach comunicacional, puedo ser pragmático, pero nunca entraría en nada raro. Yo creo y valoro eso y es lo que trato de trasmitirle a mis hijos”.
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IDOLOS
Melconian es un notorio hincha de Racing. Va mucho a la cancha e inclusive sigue a “la academia” hasta de visitante. La pasión albiceleste le viene por tradición familiar. “Es casi una condición absoluta en la familia. No hay nadie que se llame Melconian que pueda no ser de Racing”. Como todo hincha tiene sus ídolos futbolísticos. “Uno adopta ídolos en el fútbol por lo que vio. En mi caso tengo tres: Perfumo y Basile insuperables como defensores y el uruguayo Ruben Paz como mediocampista”.
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UN VERDADERO PROGRESISMO
Zafando de la discusión de si hay que hablar o no de la herencia recibida del gobierno K, Melconian va mucho más allá y habla de la “herencia país”. O sea, un desajuste estructural y crónico, “en donde el promedio de inflación de los últimos sesenta años fue del 80 por ciento anual, el déficit de las cuentas públicas fue la norma en casi todas estas décadas y los gobiernos populistas cayeron en la tentación de apreciar el tipo de cambio real”.
Es decir que, si bien ahora el gobierno está ocupado en ir corrigiendo desequilibrios que dejó la gestión anterior, la tarea es mucho más ambiciosa e implica sanear la macroeconomía de manera tal que permita un crecimiento sostenido y sustentable, “que es perfectamente posible, aun en condiciones externas menos favorables”, y que implique legar “una herencia positiva” para las próximas décadas.
A su entender, esta es la misión que le toca al gobierno de Mauricio Macri, cuyo advenimiento entronca, además, con una transformación regional de la mayor importancia. En medio de un escenario que, tal como describió, muestra un súper dólar, la devaluación de la mayoría de los países y la caída de los precios de las materias primas, la Argentina deja atrás una década que fue favorable, para entrar en otra menos holgada con mayor restricción económica. En ese contexto, además, Melconian destacó que Brasil es el gran problema de la Argentina en la región y que aun cayendo el gobierno del PT, se verá que el desajuste económico sigue.
Por eso el sentido profundo de todo este movimiento, es que –empujada por el cambio de signo de las condiciones económicas- “la región marcha hacia un nuevo paradigma en el que se dejan de lado los populismos y se va hacia un progresismo más racional, con más adeptos para el centro“, explicó Melconían. En este sentido, la presidencia de Mauricio Macri es un verdadero “punto de inflexión que va a liderar a la región hacia modelos de organización económica y social mucho más favorables para poner en valor los recursos de los países y darle trabajo y dignidad a su población”.
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LA MISIÓN EN EL BANCO
Aunque quizás las expectativas de mucha gente eran que Melconian fuera designado ministro, él está entusiasmado y cien por ciento enfocado en la gestión del Banco Nación. Los propios empleados de la entidad dan cuenta del cambio radical de clima en la conducción. Es que la anterior gestión había cortado todo diálogo no sólo con los sectores productivos, sino hasta con la misma gente del banco. En cambio Melconian, en poco tiempo se dedicó a recorrer sucursales de todo el país, hablar con los gerentes y empleados, constatando “el enorme potencial del banco que había que ponerlo a funcionar”.
Una de sus primeras medidas fue derogar el castigo político que, de hecho, había aplicado la última gestión, restringiendo el crédito a la producción sojera, una insólita medida no escrita que Melconian llamó “el cepo sojero”. En la misma línea el banco volvió a participar en la feria Expoagro –de la que había estado ausente- y a abrir un fluido diálogo con los sectores productivos para escuchar sus necesidades y brindar soluciones.
La misma sensibilidad demostró la nueva conducción del banco, al disponer rápidamente una amplia ayuda financiera a los castigados productores de peras y manzanas del AltoValle y de fruta con carozo de Mendoza. La industria vitivinícola de esa provincia, los productores e industriales lecheros y del arroz, fueron de los primeros en recibir la atención financiera del banco.
Entre los ejes de gestión que se ha planteado Melconian, están, además, “fomentar la inversión y la casa propia, dar facilidades a los jubilados como parte del rol social del banco, sin descuidar su rentabilidad. Y por supuesto, adecuar la atención al público, capacitar al personal e incorporar tecnología”.
PRENSA ECONÓMICA