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OPINIONES

Juan J. Llach: La principal dificultad para crecer es política

Contra la fuerte corriente que ve inevitable un ajuste recesivo –no sólo el FMI, sino muchos otros que no se animan a decirlo- argumentaré aquí que existen políticas económicas capaces de hacer crecer significativamente a la Argentina en 2016 –hasta un 5%- y que las dificultades más importantes para lograrlo vienen más de la política que de la economía. Como señalamos en el último editorial las oportunidades siguen abiertas, en buena medida porque ha sido tan intensa la mala praxis de la política económica, especialmente desde 2011, que con sólo dejar de cometer errores que pocos países cometen el margen para mejorar es enorme. Ciertamente, las oportunidades de aquí en más no serán “a granel” –o sea, commodities con precios volando- sino más refinadas y endógenas: instituciones, buenas políticas tributarias, políticas sistémicas de competitividad y valor agregado, adecuada y plena inserción internacional.
La gran pregunta es si es posible crecer cuando al mismo tiempo hay que corregir precios relativos y encaminarse a una inflación decreciente. Hay un antecedente valioso que es el de Chile a partir del restablecimiento de la democracia en 1990. Creciendo más de 6% anual logró bajar la inflación de 28% a menos del 10% en poco más de cuatro años. Aunque tuvo la ventaja de no tener que corregir el tipo de cambio y las tarifas públicas tanto como es necesario en la Argentina de hoy el ejemplo es relevante.
Ante todo, debe darse prioridad a una estrategia de desarrollo sostenible generando amplias oportunidades de inversión en todos o casi todos los sectores de la economía. Para esto es vital la confianza que genere el gobierno en cuanto al cumplimiento de sus promesas para lograr, por ejemplo, que las empresas y los empresarios decidan invertir no sólo basados en los precios del hoy sino también en los precios esperados. Ocurre que crear las condiciones para invertir implica cambios que difícilmente puedan hacerse de un día para el otro. Algunos sí, por ejemplo eliminar los permisos previos para exportar y las retenciones a las exportaciones para todos los productos –regionales, industriales, agrícolas, ganaderos- menos los del complejo sojero. Otros no, por ejemplo eliminar de inmediato las restricciones para importar o los subsidios a la energía y los transportes, ni siquiera para los sectores pudiente. Pero hay algo que puede ayudar mucho y es, paradójicamente, la brecha cambiaria. Dado que casi seguramente se tenderá a la unificación del mercado de cambios y que el precio de convergencia se ubicará casi seguramente en un nivel intermedio entre el oficial y el informal, si se genera suficiente confianza puede haber una fuerte corriente vendedora de divisas que haga desaparecer en poco tiempo el “problema de reservas” artificialmente creado y esta entrada de capitales tendría un efecto de reactivación de la economía.