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¿Se puede aprender a ser innovador?

¿Es posible aprender y por tanto enseñar a ser innovador? En este artículo, Eduardo Albalá, Director del programa Centroamérica Innova, reflexiona sobre el tema.

Por Eduardo Albalá, Director de Barrabés América – @eduardoalbala

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un encuentro con Ferran Adrià, sin duda el chef más influyente en la cocina de vanguardia y uno de los mayores innovadores de los últimos tiempos. Ante la pregunta de si se puede aprender a ser innovador, o bien es algo innato, Adrià lo tuvo claro: “he visto a mucha gente normal creando cosas extraordinarias”. Para el cocinero “ser innovador no es una cualidad, es una actitud”.

Hay que ser muy conscientes de que ser innovador es querer cambiar, querer salir de la llamada zona de confort. Ser innovador conlleva muchos costos (ya sean personales o empresariales), en especial los relacionados con el tiempo y recursos invertidos, así como con las posibilidades de fracasar en el intento (mayores cuanto más disruptiva es la innovación). Ya lo decía Woody Allen: “Si no estás fracasando una y otra vez, es que no estás haciendo cosas muy innovadoras“.

 Innovar de verdad, en especial en algunos ambientes, no es nada fácil. En una empresa, ser innovador puede resultar poco eficiente a corto plazo, y eso no suele ser muy popular.

Si hemos logrado la difícil tarea de hacer que una persona (o una empresa) tenga una actitud realmente innovadora, podremos seguir con los siguientes pasos para conseguir enseñar a ser innovador. Para ello, deberíamos definir qué es innovar y cómo se innova. Dentro de las múltiples definiciones existentes, podríamos partir de que “innovar es aplicar exitosamente la creatividad“, con lo que ya tenemos dos conceptos importantes: creatividad y aplicación.

Entre las formas de describir la creatividad, me gusta especialmente “es unir dos (o más) conceptos que no estaban previamente ligados”. Pondré un ejemplo algo exótico pero que espero se entienda: un mono intenta alcanzar una banana colgada de una soga y para ello une varias cajas formando una escalera. El simio está siendo creativo. En realidad, bastaría con que el mono imaginara las cajas formando una escalera para que lo consideráramos creativo, si además consigue el fruto (aplicación con éxito) está siendo innovador.

Siguiendo con el ejemplo, para detonar la creatividad que lleve a la  innovación, el primer paso será ver la banana colgada. Esto parece evidente pero muchas de las innovaciones más destacadas radican, precisamente, en haber detectado una necesidad específica no cubierta (en ser el primero en ver la banana). Esa capacidad de detección será clave. ¿Esto se puede enseñar? Está claro que hay personas con una capacidad innata para detectar oportunidades pero, al menos es mi opinión, también se puede entrenar. Observar y comparar diferentes mercados, industrias, países, y aprender a observar el día a día abstrayéndonos de la rutina, serán buenos ejercicios para entrenar esta capacidad.

En este punto hay que señalar que este proceso (encuentro problema, imagino solución) no siempre es lineal, a veces es iterativo, de forma que la mezcla de informaciones e ideas también llevan a detectar nuevas oportunidades. En cualquier caso, ambas cualidades (detección de oportunidades y generación de posibles soluciones) son necesarias.Para llegar a alcanzar la banana, es muy probable que el mono tenga que colocar las cajas varias veces y probar, experimentar.

Es famoso el ejemplo de que la invención de la bombilla por parte de Thomas Alva Edison. Por aquella época era conocido el hecho, casi como curiosidad científica, de que ciertos materiales pasaban a un estado incandescente al serles aplicada corrientes eléctrica en el vacío. Edison vio claro que si se lograba sostener el fenómeno durante un tiempo suficiente y a un costo razonable, podría convertirse en una alternativa interesante a las existentes lámparas de gas. Edison asumió el reto desde su laboratorio, y probó con filamentos de todo tipo de materiales (traídos incluso de todas partes del mundo) y el 21 de octubre de 1879 logro superar las cuarenta horas de funcionamiento ininterrumpido con una bombilla con filamento de bambú carbonizado. Hasta lograrlo tuvo que probar con más de 2000 combinaciones. La planificación, la perseverancia, el método de experimentación y la capacidad para detectar las soluciones correctas, son cuestiones que habrá que entrenar para lograr ser más innovadores.

Finalmente, en la innovación empresarial también hay que tener en cuenta otros aspectos relacionados con la puesta en práctica, como coordinarse con otras personas, lograr involucrar a socios, encontrar financiamiento, vender las ideas en el mercado o el vencer la resistencia al cambio de los trabajadores de la empresa. Todas estas son habilidades que también serán necesarias para ser realmente innovador (exitoso a partir de la aplicación de las ideas creativas).

A todo esto, quizá habría que añadir que ser innovador requiere también de obtener información de los demás, recibir consejos, aprender de las críticas y pese a todo, mantener la libertad creativa.

En definitiva, ser innovador es reunir un conjunto de habilidades, desde estar abiertos al mundo, hasta la puesta en práctica de los cambios, pasando por la imaginación y la creatividad. En la medida en que una persona quiera realmente ser innovadora y podamos potenciar estas habilidades en ella, podremos enseñar (o aprender) a ser innovador.

Un par de referencias adicionales. Primero es casi obligado mencionar el libro The Innovator’s DNA, donde Jeff Dyer, Hal Gergersen y Clayton M. Christensen analizan las 5 cualidades clave de los innovadores: asociar, preguntar, observar, experimentar y descubrir. Como segunda referencia, la revisión que Calos Barrabés hace de estos conceptos para aplicarlo en las empresas, con lo que denomina las cuatro palancas de la innovación: visión global (el equivalente en la empresa a la capacidad de detectar oportunidades), talento (para poder desarrollar ideas), tecnología (para poderlas poner en prácticas) y diseño (para hacer la oferta atractiva).