Prensa económica

LOS ELEGIDOS DEL EDITOR

Mal momento: Los países emergentes quedaremos rezagados

La aceleración de la nueva revolución industrial provocó que los países emergentes comiencen a importar “desindustrialización”. Sus fábricas so cada vez más anticuadas y están fuera de la nueva tecnología.

castroPor Jorge Castro (analista internacional)

La principal consecuencia de la irrupción de China/Asia en el comercio internacional de los últimos 15 años ha sido la reversión de los términos de intercambio globales (precio de las exportaciones vs. precio de las importaciones), donde las materias primas aumentaron 40% y bajaron 60% los productos manufacturados.

Esto implicó una mejora de 40 puntos en los términos de intercambio de los países emergentes, que experimentaron los mejores 10 años de su historia del último siglo entre 2001 y 2010, en lo que hace al crecimiento económico, aumento de las inversiones, alza de las exportaciones e inclusión social.
Los más favorecidos fueron los países de América del Sur, ante todo Brasil y la Argentina. El precio de las materias primas cayó 1% por año entre 1900 y 2000, mientras los productos manufacturados aumentaron en una proporción superior debido al auge de la productividad industrial.
Esta tendencia secular fue identificada como “deterioro de los términos de intercambio”, y dio origen a una doctrina surgida con posterioridad al derrumbe del comercio internacional de la década del 30, que forzó la autarquía de los países latinoamericanos, denominada “estrategia de industrialización sustitutiva de las importaciones” (CEPAL, Raúl Prebisch, 1948).

En los últimos 10 años, surgió en el capitalismo avanzado una nueva revolución industrial, cuyo objetivo es digitalizar completamente manufactura y servicios, integrándolos en una unidad productiva de superior productividad. Implica una caída de la estructura de costos de 30%/40% a partir de 2006, en primer lugar en EE.UU. y Alemania.
La manufactura alemana (“Industrie 4.0”/2015) estima que la nueva revolución industrial acarrearía ganancias de productividad de 30% en los próximos cinco años para las series largas y un porcentaje superior (40%/45%) en las cortas.

La aceleración de la nueva revolución industrial ha provocado que los países emergentes comenzaran a importar “desindustrialización” en la década pasada, ante la imposibilidad de competir con la manufactura del mundo avanzado, en una economía mundial definitivamente globalizada a partir de 1991

El fenómeno de la “desindustrialización” importada es especialmente gravoso para los países emergentes cuya estructura industrial proviene fundamentalmente de la etapa de industrialización sustitutiva, ante todo Brasil, único país de América Latina que logró completar el proceso de industrialización a través de la sustitución de importaciones, y llegó incluso a la fase de exportación de manufacturas (1968-1972).
Brasil se convirtió entonces en un faro de atracción de la inversión de las empresas transnacionales (1950-1972), con una tasa de crecimiento de 7%/8% anual, la más elevada del sistema mundial.
Todo en el capitalismo está históricamente situado, y las sucesivas revoluciones tecnológicas establecen en cada época el marco de lo posible y lo imposible.

La “desindustrialización” que experimenta Brasil es el factor fundamental de la caída de la tasa de crecimiento potencial de largo plazo sufrida en los últimos 6 años (2% anual o menos), que equivale a depresión estructural prolongada.

Los costos de producción brasileños son 30%/40% superiores a los de sus competidores; y el dato crucial del “Costo Brasil” es que la productividad manufacturera es menos de 1% anual desde 2009.
La única posibilidad de revertir la “desindustrialización” es a través de un desarrollo industrial que integre a la manufactura brasileña con las cadenas globales de producción, núcleo estructural del capitalismo del siglo XXI entendido como “modo de producción”.

Fuente: IEco (Clarín)